El color es una de las herramientas
fundamentales y más atractivas que posee
el interiorista para recrear ambientes y
estilos diferenciados.
Si bien un cliente cuando entre en una
estancia no nos podrá definir el color en si
con sus características técnicas, si nos
podrá decir que en el provoca que la
estancia se alegre, fría o acogedora.
Los colores al ser percibidos por el ser humano le
transmiten una serie de sensaciones, que pueden
llegar incluso a influir en su estado de ánimo. Debemos
tener en cuenta que no a todas las personas
reaccionan igual a un color, y no en todas las culturas
el color significa lo mismo (en Japón el blanco es el
color del luto).
Los colores, a parte de las sensaciones que
nos produzcan, poseen un significado en
cada cultura. La elección de un color muestra
nuestro carácter, estado de ánimo e incluso
nuestros sentimientos. Poseen también un
carácter social que se asocia a sexo o a la
edad.
Por todo ello a la hora de crear un espacio no
deberíamos atenernos a criterios estéticos
únicamente, deberíamos atender también a
las necesidades psicológicas de individuo. Todas las culturas han utilizado la simbología
del color (aunque dependiendo de las
mismas puede significar cosas distintas). En
occidente, por ejemplo, el rojo significa
pasión, el verde esperanza y el blanco
expresa pureza, para la religión católica el
negro es luto y el purpura penitencia.
Aunque como comentábamos los colores no producen
siempre el mismo efecto podemos trazar unas líneas
generales sobre alas sensaciones que nos producen
los colores. Por ejemplo el naranja es alegre, el rojo
puede llegar a ser estresante y el verde tiende a
relajarnos. Aunque la más destacada es la temperatura
del color, que nos transmite calidez o frialdad.